Boca no podía abrir el partido ante Olimpo hasta que Marín desbordó por derecha, Erbes desvió en el primer palo y Sánchez Miño apareció vacío por el fondo para clavar el primer grito de la noche. Un gol con el sello de Inferiores de Boca.
Boca no podía. Ni por arriba ni por abajo. Ni por un lado ni por el otro. Por más buenas intenciones y voluntad que ponían los jugadores siempre aparecía una piernas, un rival, un defensor o Champagne para diluir las jugadas de ataque. Así se fue el primer tiempo y así había comenzado el segundo. Hasta que llegó el encuentro de alto voltaje entre los pibes de Boca, criados y nacidos en el club, conectaron justo para que Boca rompiera la noche con el primer gol.
A los 7 minutos, Leandro Marín llegó a fondo por derecha y sacó el centro atrás para encontrar a contra pie a la defensa de Olimpo. Y ahí, en el primer palo, primereó Erbes para desviar la pelota y hacerla cruzar el área para la llegada por el fondo de Juan Sánchez Miño, que partió habilitado, y sólo tuvo que empujar al gol con el arco vacío. Un gol made in Inferiores, porque los chicos se criaron de pibes en el club, sienten la camiseta como propia y pusieron el hombro y el sudor para sacar al equipo de un momento delicado. Cosas de chicos. Desahogo grande.