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El máximo reconocimiento a un ídolo

La noche que el hincha de Boca gritó un gol contra su equipo para homenajear a Roberto Mouzo

Los campeonatos nacionales, iniciados en 1967 con el noble propósito de integrar a los clubes del Interior con los “directamente afiliados” a la AFA, les dieron unas cuantas satisfacciones a Boca, además de los títulos de 1969, 1970 y 1976.

El último torneo fue en 1985. Entonces dirigido por don Alfredo Di Stéfano, el equipo integró la Zona B junto con Altos Hornos Zapla de Palpalá, Jujuy (0-1 de visitante y 2-1 de local), Temperley (2-1 y 1-1) y Estudiantes de Río Cuarto, rival este viernes en Mar del Plata por la Copa Argentina.

El primer partido con los cordobeses fue allá, 1-1. La gran atracción de aquel nublado 24 de febrero fue el estreno de Roberto Mouzo con la camiseta albiceleste. El defensor (32 años) había aceptado la oferta de reforzar en ese Nacional a los riocuartenses, después de que los recién asumidos Antonio Alegre y Carlos Heller le pusieran fin a su ciclo de una década y media en la Primera xeneize. El encuentro terminó 1-1.

Impedido de jugar en la Bombonera, por motivos que no viene a cuento recordar, Boca recibió el 6 de marzo a Estudiantes en cancha de Huracán. Ocurrió aquella noche algo inédito, increíble por su dimensión y espontaneidad. Hubo un penal para los visitantes y, como tantas veces con la azul y oro en el pecho, Mouzo atravesó toda el campo de área a área y asumió la responsabilidad de patearlo. El uruguayo nacionalizado peruano Julio César Balerio ocupaba el arco boquense. Como de costumbre, Roberto empezó a correr desde la medialuna pero, contra la mayoría de sus antecedentes desde los 12 pasos, tocó suave al medio, como si no estuviera convencido de que debía meterlo. La pelota entró mansita y desde la cabecera de la calle Colonia se escuchó la ovación. La hinchada de Boca había gritado un gol contra su equipo.

Autor del tanto y del milagro fue el tipo que creció al lado de Rogel y Nicolau, el mejor socio de Pancho Sá, el que recibía indicaciones del Toto Lorenzo a la madrugada, el que llegaba a los cruces cuando todos se habían ido al ataque detrás de Maradona y Brindisi, el que más veces transpiró nuestra camiseta.

Tal vez sea necesario aclarar que Boca ya ganaba 3-0 y que el resultado final fue 7-1 (dos de José Brown, dos de Roberto Passucci, uno de Julio Olarticoechea, otro de Alfredo Graciani y el restante de Carlos Tapia). Dato de color: tres de los anotadores, un año después, fueron campeones del mundo con Argentina. Roberto tuvo la chance de descontar con un segundo penal otorgado por el árbitro Gallina (de nombre, sin alusiones) pero ese otro se lo atajó Balerio.

Hubo testigos de que Mouzo se fue llorando del estadio: un poco por la amplia derrota, mucho más por haberle convertido un gol al club de toda su vida.